EUROPA
PRESS
29 enero
2020
Un
nuevo estudio descubre moléculas inflamatorias que controlan la pérdida capilar
Un nuevo estudio de la Universidad del
Sur de Florida (Estados Unidos) ha descubierto una serie de moléculas
inflamatorias que controlan la pérdida capilar. En su trabajo en ratones,
publicado en la revista 'Arteriosclerosis, Thrombosis
and Vascular Biology', también han identificado
combinaciones de fármacos para prevenir la degeneración de estos pequeños vasos
sanguíneos, una característica común de muchas patologías.
Muchas enfermedades surgen de anormalidades en los
capilares, diminutas redes de vasos sanguíneos ramificadas que juegan un papel
crítico en la salud de los tejidos. Los investigadores han aprendido mucho
acerca de la comunicación molecular que subyace a la formación y el crecimiento
de los capilares, pero se entiende mucho menos acerca de lo que causa que estos
reguladores críticos de la función normal de los tejidos se colapsen y
desaparezcan.
"La regresión (pérdida) capilar es una característica
subestimada, aunque profunda, de muchas enfermedades, especialmente de aquellas
que afectan a órganos que requieren mucho oxígeno para funcionar correctamente.
Si sabemos cómo se alteran o empiezan a descomponerse los vasos sanguíneos, deberíamos
ser capaces de arreglarlo farmacológicamente", explica el líder del
trabajo, George Davis.
En su estudio, los investigadores descubrieron que los tres
principales mediadores proinflamatorios, interlukin-1
beta (IL-1B), el factor de necrosis tumoral alfa (TNFa)
y la trombina, por separado y especialmente cuando se combinan, impulsan
directamente la pérdida capilar que se sabe que ocurre en enfermedades como la
hipertensión, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades
neurodegenerativas y el cáncer maligno. También identificaron combinaciones de
fármacos (anticuerpos neutralizantes para bloquear específicamente la IL-1B y TNFa, o combinaciones de inhibidores farmacológicos) que
interfirieron significativamente con la regresión capilar.
Para este estudio los investigadores cultivaron dos tipos de
células humanas: células endoteliales, que revisten la superficie interior de
los capilares; y pericitos, que se reclutan para
fortificar la superficie exterior de los tubos revestidos de endotelio. La
comunicación cruzada entre estas células controla la forma en que las redes de
vasos sanguíneos emergen, se ramifican y se estabilizan. Los macrófagos, un
tipo de célula inmune, se activaron en el medio de cultivo celular para simular
un entorno de lesión tisular muy propicio para la regresión capilar.
Según sus hallazgos, las moléculas derivadas de los
macrófagos IL-1B y TNFa, combinadas con la trombina,
provocan selectivamente la regresión de las redes de tubos capilares revestidos
de endotelio; sin embargo, los pericitos siguen
proliferando alrededor de los capilares en degeneración. El por qué se salvan
los pericitos sigue siendo una pregunta intrigante
por responder, pero Davis sugiere que estas células más resistentes pueden
dejarse atrás para ayudar a reparar el tejido dañado por la inflamación. Los
investigadores encontraron varias otras moléculas proinflamatorias
que promovían la pérdida capilar, pero ninguna demostró ser tan poderosa como
la IL-1B, TNFa y la trombina, especialmente cuando
las tres se combinaron.